Hace un tiempo visité a un amigo que se acaba de terminar de construir su casa, desde cero.

Ingeniero civil y fanático de la tecnología como es, se las pensó todas. Las pensó tan bien que hasta me hizo sentir inferior, subyugado a una vida signada por zapatillas, prolongaciones y adaptadores eléctricos de un tipo de pata a la otra que justo dio la puta casualidad que no me coincidía con la que pretendía enchufar.

Mi amigo tiene tres tomacorrientes de esos que son multi-todo –que hasta son compatibles con cafeteras checoslovacas– cada metro y medio. En toda la casa, en todos los ambientes, en todas las paredes.

“Una fortuna me gasté boludo, no sabés”… Pero valió cada centavo.

Haber vuelto a mi casa después de ver eso, a mi vida insignificante, escasa de tomacorrientes, enredada y poblada de pelusas ahí en donde ni la mas corajuda de las aspiradoras se atrevería me dejó envidiando pensando en como ni los arquitectos, ni los ingenieros civiles donde corresponda, ni los albañiles ni los electricistas mas adelante nos tienen en cuenta a nosotros, que ya no somos los menos, que somos legión, que somos nerds.

Nosotros, que así como no podemos aguantar la respiración por mas de medio minuto, tampoco podemos aguantar sin un tomacorriente cerca mas de 8 horas en el mejor de los casos, en bajada, con el wi-fi y el bluetooth apagado, el brillo de la pantalla por la mitad y el viento a favor.

En casa de herrero, cuchillo de utilería.

En casa de herrero, cuchillo de utilería.

Si me olvido de las casas que ya datan de un par de decenas de años en donde con solo un tomacorriente –total, solo un velador… ¿Para qué mas?– por dormitorio alcanzaba y la ubicación de ese único y puto tomacorrientes definía en en última instancia la posición de tu cama (cagándose olímpicamente en el feng-shui), he visto que inclusive en departamentos “a estrenar”, si bien se nota que han tenido este aspecto en cuenta, a golpe de vista nomás ya podés hacer una estimación de cuantos tomacorrientes te van a faltar.

De hecho, a las generaciones futuras de arquitectos deberían enseñarle:

Tdb = Ei x Fct

En dónde:

  • Tdb = Cantidad de tomacorrientes que deberían bastar.
  • Ei = Estimación inicial
  • Fct = Factor de corrección tecnológico, al que hoy en día debería asignársele un valor de por los menos 4 y que lento pero implacable no deja de crecer mientras leés esto.

Y es que no se si a ustedes les pasa pero a mí al menos, a donde vaya los cables me siguen como una maldición. Allí en donde yo habite por mas de dos semanas al poco tiempo no habrá mas tomacorrientes libres, lo cables se enredarán entre si como por arte de magia y las pelusas copularán y se reproducirán a sus anchas, a sabiendas que en donde hay un apelotonamiento de cables, no se toca.

No, por mas que pongamos el mejor esfuerzo parecería que no vamos a librarnos de los los tomas de energía eléctrica por un buen rato al menos…

Y eso que existen estándares de conectividad sin cables que prometen ser el Armagedón de las pelusas, ¿Se imaginan lo que sería si no?

Son los momentos como este los que me llevan a replantearme completamente si estaré haciendo bien en ingresar todos mis datos personales reales en ciertas plataformas online.

Hasta antes de las redes sociales e inclusive hoy en día siempre intenté moverme en internet usando seudónimos, en el anonimato, inventando fechas de nacimiento, números de DNI y nombres de pila a sabiendas de que cuanto mas anónimo, mas seguro, y no es que yo sea un paranoico, es que me están siguiendo.

Con el advenimiento de las redes sociales, como que perdí un poco esa aversión. Un día junté coraje y me hice una cuenta, con nombre, apellido, número de teléfono y nombre de mi primer mascota reales.

Hoy cumplo un flamante día como usuario de la prestadora Argentina de telefonía celular «Personal» de la cual en los 13 o 14 años –si no es que me estoy quedando corto– que hace que tengo una línea de este tipo, no había oído mas que puteadas, a diestra, a siniestra, a los hijos de puta estos que no hace mas que meternos el dedo en el orto, a sus madres, sus vacas, alguna que otra lora y un largo etcétera.

Puede –y acá abro un paréntesis para enfatizar-, PUEDE que me esté equivocando, puede también que no pero hoy, después de solamente un día de uso, estoy asustado.

Mi primera impresión fué grata. Obnubilado por animaciones flash llamativas, hipervínculos bien acomodados en donde uno esperaría encontrarlos e información bien detallada, se me pasó por alto un «pequeño» detalle: Todas las URLS terminan con un infame .aspx

No me hubiera dado cuenta probablemente hasta no transcurridos un par de días y de haberme dado cuenta seguramente hubiera pensado algo así como «Una compañia así de importante hace las cosas bien, tiene mis datos asegurados, diferencia con claridad el entorno de desarrollo con el de testing, tiene todo parchado, puedo dormir tranquilo».

Tuvo a mal el destino que fuera yo a hacer click en «Mis números amigos» dentro del panel de autogestión de mi flamante línea para que me encontrara con esto:

¡CHAN!

¡CHAN!

Ahora no se que me da mas miedo. Si el hecho de pensar que quizás Personal no me conviene por que no hace bien las cosas o el hecho de estar seguro de que Personal no hace bien las cosas por que depende de servidores basados en Windows para servir contenido y que por consiguiente, no me conviene.

Alguno que lleve mas de un día usando Personal: ¿Se cae seguido o soy yo el que está signado por la mala estrella, que donde pone el ojo, pone el dedo y donde pone el dedo los servidores colapsan miserablemente?

Así se ve la tierra desde la luna.

Así se ve la tierra desde la luna.

…Desarrollas una conciencia global instantánea, una orientación hacia las personas, una intensa insatisfacción con el estado del mundo, y la obligación de hacer algo al respecto. Desde ahí, en la luna, la política internacional parece tan pequeña que deseas tomar a un político del pescuezo, arrastrarlo un cuarto de millón de millas y decir: «Mira eso, hijo de puta»

– Edgard Mitchell – Astronauta del Apollo 14

Lo ví en Boing Boing.