Otro título sugerido: me hice mi propio hosting, con putas y poker.
Ahí donde lo ven, humilde y con contenidos que se fueron quedando desactualizados, con un theme de mierda, con posts que no le importan a nadie y que la mitad de la gente que me lee ni debe terminar de entender, mi blog supo tener en sus épocas mozas una cantidad de tráfico «razonable» para mis estándares. Incluso habiendo llegado tarde. Cuando los blogs ya eran cosa del pasado y estaban en pleno comienzo de la que sería la gran depresión luego de la cual la mitad de los grandes se quedaron en el camino, congelados, y la mitad de los chiquitos desaparecieron sin dejar rastro.
Del orden del par de miles de visitas únicas por día, superó ampliamente cualquier expectativa que yo pudiera haber tenido en su momento y me puso orgulloso. Parecía que lo que empezó –como tantas otras cosas en mi vida– por que se me cantó el forro de los huevos y «a ver que carajos sale de todo esto» le gustaba a una limitadísima cantidad de público y junto con la limitadísima cantidad de público vino el rankear medianamente bien en los buscadores y ahí, justo ahí, empezaron mis problemas.
Esta es la historia de todo lo que aprendí en estos 8 años sobre tener un Blog alojado en servidores contratados primero y en mi propio servidor en una conexión a internet pedorra por último, en donde corre desde hace mas o menos tres años (perdí la cuenta y no me importa demasiado tampoco), de todo lo que la parí, de las dificultades en las que me vi envuelto, y de como me desenvolví. Y esta última frase es un chiste pelotudo que le robé a Les Luthiers, si.